Me dices que te bese,
pero solo un poquito,
no vaya a ser que te guste
y quieras más.

Que te agarre la mano, sí,
pero sólo cuando estamos sin ropa,
debajo de las sábanas
o de un manto de estrellas,
en la orilla del mar.
Para que sea más íntimo,
más privado.
Y hagamos eso que llaman amor,
sin amar,
porque asusta
y es quizás para otro cuento.
Uno donde no te perturbe
toda la metafísica
que encuentras en mis ojos
cada vez que te miro, me ruborizo y pestañeo.]

Que te puedo decir que me gusta acariciar tu pelo, cómo me besas los besos…
Pero poco, que si no,
luego desapareces.
Y ahí quizás, en una de estas,
sí que me enamoro,
y ya la jodimos… ¡Ja!

Deja que el miedo te coma,
todo lo que no me has dejado saborear a mí.

Deja de quererte, déjate morir.

Sigue acariciando sin alma,
deja que el frío se te meta bien dentro
y se quede en ti.
Deja que sea tu propia castración (senti)mental]
la que te haga aullar a la luna llena,
y no mi ropa interior de encaje, color lujuria.

Sigue, sigue, sigue…
Que te consuma,
lo que yo solté y dejé atrás.
Sigue así,
que esta historia ya me la (can)sé.

Pronto llegará una huelga de abrazos.

Licencia de Creative Commons

Esta obra cuyo autor es Noemí Quesada está bajo una licencia de Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons.

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