Yo quería ser slammer,
pero tenía miedo.
Del micro, del timbre de mi voz.
De cómo me tiembla el labio, un párpado, y el borde dormido de los sueños…
¡Joder!
Que se me traba la lengua,
y parece que cada verso
está repleto de esternocleidomastoideos,
de estrofas en arameo,
de rimas asonantes,
consonantes,
rimbombantes y horteras
que se hacen bola,
agolpadas…ahí.
Un silencio entre los dientes…
De joder, que no puedo soltar el papel (o el móvil),
que es mi ancla,
que me da seguridad, tanta,
como una cuenta bancaria
que nunca haya conocido
los números rojos.
Gentes hambrientas,
expectantes,
al acecho.
Los devoradores voraces son ellos.
ELLOS.
USTEDES.
TÚ, TÚ, TÚ,
AQUEL.
ELLA.
Los que me ven y con sus ojos no me dicen nada,
o me lo chivan todo.
– ¡Continúa joder!
– ¿Qué mierdas presentas hoy?
– ¿Otra vez con la misma historia?
– Pareces un puto disco rayado…
Y en mi cabeza,
una base que no deja de sonar:
suelta el puto papel,
suelta el puto papel…
Suelta…
El…
Puto…
Papel.

Esta obra cuyo autora es Noemí Quesada está bajo una licencia de Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons.