No tienes ni idea de cómo recuerdo esa noche. Cuando te fuiste, me quedé sentada en las escaleras del portal, intentando recuperar el oxígeno que se escapaba a raudales de mis pulmones. Tú no lo sabes, pero me tuve que quedar allí, conteniendo mis ganas de salir corriendo tras de ti. Confesarte que había sido una imbécil, que subieras a mi cuarto, que entraras en mí. Y que llenaras mi cuerpo por completo, tal y como habías llenado, en tan sólo unos instantes, mi corazón y mi alma. Desconozco porqué, si te reconocí desde el primer encuentro, decidí huir de ti, hasta en dos ocasiones.
Maldita sea, maldita sea la sensatez que se quiso imponer a lo que gritaba el universo a mi alrededor. Malditas mis ganas de ti, ahora frustradas por siempre. Pero por encima de todo, maldito seas tú, por toparte conmigo. Por entrometerte en mi camino, y no quedarte.
Esta obra cuyo autor es Noemí Quesada está bajo una licencia de Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons.
Doloroso y bello a partes iguales. Un placer haber llegado a tu rincón. Un abrazo.
Me gustaMe gusta