Baja por la calle y se enciende un cigarrillo. Es temprano, prácticamente acababa de amanecer, y ya había perdido la cuenta de cuantos había fumado. Los nervios se habían apoderado de la poca sensatez que le quedaba dentro de sí.
No quería ahogarse en el alcohol. Eso lo había intentado en otras ocasiones y nunca, jamás, le había dado resultado. Su intención actual, era cubrir todo en humo, hasta quedar aturdido en una nube grisácea. Una cortina espesa, que tapara sus memorias, los acontecimientos. Ya que no sabía discernir si era realidad, o si todo había sido un mal sueño.
Le estaba sucediendo otra vez. Justo cuando creía estar libre al fin. La última vez que le había pasado algo similar, fue unos cuantos años atrás. Esta era la vez que más pasaba entre un episodio y otro. Es por ello que creía que igual se había librado por fin, de esa carga.
Pero no era cierto. Tan solo era parte de un producto ilusorio de su mente. Quizás tan solo había conseguido engañarse a sí mismo. Al fin y al cabo, ¿no hay lastres que por mucho que quieras soltar siempre están contigo?
Cada fase, cada episodio, no hacía más que enraizar dicho lastre, hacerlo más pesado, más palpable. Más real.
No se puede huir del pasado. No sin renunciar a la propia identidad. A pesar de saberlo, se resistía. Él quería tener lo mejor de ambos mundos, de ambas caras de la moneda. Quería seguir siendo él. Una versión mejorada, beta, de sí mismo. Una versión sin lo que cargaba a sus espaldas. Sin su peso. Pero… ¿cómo podía ser él mismo renunciando precisamente a eso que le hacía ser quien era? ¡Qué absurdo! Qué idiota había sido…- pensó, mientras dejaba a su paso, otra colilla más.
Esta obra cuyo autor es Noemí Quesada está bajo una licencia de Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons.